El fundamentalismo en el mundo actual


El fundamentalismo en el mundo actual

El fundamentalismo crea imágenes y complejos cerrados, que facilitan la interpretación de todo el mal que existe en el mundo. Se basa en un principio dualístico: Dios contra Satanás, el bien contra el mal, conceptos que simplifican los patrones de orientación y forman la base de un pensamiento filosófico rígido.

En los medios de comunicación se oye con frecuencia sobre «fundamentalistas» que cometen acciones agresivas contra sus oponentes y tratan de imponer sus rígidas leyes religiosas a los demás conciudadanos. Se habla de «fundamentalismo religioso» refiriéndose a las sectas, tales como los Moonies, que se sirven de técnicas de lavado de cerebro para someter los integrantes a un rígido control.

Se usa este término para los neo-nazistas, europeos y norteamericanos, que cometen actos atroces contra minorías raciales en nombre de un patriotismo exagerado. El mundo entero rechaza a los «fundamentalistas» de Irán, seguidores del Ayatola Khomeini, y a los terroristas islámicos en Egipto y Algeria.

Generalmente el término expresa acciones del terrorismo internacional en atentados y agresiones contra extranjeros, cometidos por fanáticos, en irrespecto a los derechos humanos.

Sin embargo, hay que preguntarse si es cierto que todos los «fundamentalistas» son fanáticos y agresores autocráticos y qué significa este término verdaderamente.

El «fundamentalismo» es un fenómeno que surge a menudo dentro de las tradiciones religiosas judía, cristiana y musulmana en reacción a cambios culturales abruptos, la desorientación espiritual de los fieles, el excesivo materialismo y la secularización. Los fundamentalistas se sienten amenazados en el mundo dominado supuestamente por poderes malignos y buscan respuestas simplistas, autoritarias y moralizantes para crear un nuevo orbe, donde puedan vivir en paz, según las normas ancestrales de su religión.

El fundamentalismo protestante está ligado al pentecostalismo, y nació en los Estados Unidos en el mismo momento histórico y con raíces parecidas. En las iglesias pentecostales se congregan feligreses que desean reestablecer los mismos fundamentos religiosos, pero que además practican una religiosidad emotiva. Su conversión es una experiencia personal que culmina con el «bautizo del Espíritu Santo» y la adquisición de dones de profecía, curación y glosolalia («hablar en lenguas»).

En su grupo, los «creyentes» encuentran estrictas reglas para una «nueva vida» al servicio de Cristo. Las iglesias pentecostales prometen la solución de todos los problemas existenciales y el bienestar material como señal de protección divina, cuando la persona se dedica totalmente a las labores de la iglesia.

 

Su origen en los Estados Unidos

La palabra «fundamentalismo» fue creada por un grupo de evangélicos conservadores, quienes entre l9l0 y l9l5 publicaron en Chicago una serie de folletos llamados «The Fundamentals, a testimonium of the Truth», y los repartieron en iglesias y lugares públicos de todo el país. Ellos se auto-denominaron «fundamentalistas». El movimiento religioso al cual pertenecieron los representantes del «fundamentalismo cristiano o protestante» estalló en los Estados Unidos durante las últimas décadas del siglo pasado. Sus fundadores luchaban contra corrientes sociales y teológicas del liberalismo y modernismo, consideradas por los tradicionalistas como una amenaza al cristianismo tradicional. En aquel tiempo, la rápida urbanización e industrialización y las masivas inmigraciones de mano de obra europea provocaron cambios sociales y económicos, que también tuvieron repercusiones en el campo religioso . El puritanismo de los colonos anglosajones de la «frontera» se debilitó en las grandes ciudades, donde el «secular humanismo» empezó a establecerse como guía e ideal del modernismo democrático y liberal.

Para ellos la Biblia es infalible y la única fuente del cristianismo y mantienen la creencia absoluta en la naturaleza divina de Jesucristo, hijo de la Virgen María y en su resurrección corporal. Creen en su pronta Segunda Llegada. Además, rechazan los resultados de las ciencias modernas, que están en contradicción con la Sagrada Escritura y tampoco permiten la interpretación de la Biblia a la luz de los avances científicos.

Originalmente, los fundamentalistas norteamericanos eran miembros de diferentes denominaciones protestantes, tales como Baptistas, Presbiterianos y Metodistas, pero luego fueron expulsados de sus iglesias respectivas debido a sus opiniones ultra-conservadores y por su oposición a las transformaciones teológicas, al modernismo y al liberalismo de la época.

Se formaron grupos disidentes en todas partes del país, que más tarde se unieron con políticos de la extrema derecha. El movimiento fundamentalista no desapareció ni con la depresión de los años 30, ni con la Segunda Guerra mundial, ni en la época de la prosperidad de los años 60, por el contrario, surgió nuevamente en el campo político y religioso en los años 70.

En los Estados Unidos se observa una ambivalencia en el campo religioso: por un lado domina el agnosticismo y liberalismo entre buena parte de la población urbana, por otro lado existen cristianos y judíos ultra-conservadores que juegan un rol importante en la vida pública y privada estadounidense e influyen en la política nacional e internacional del país.

El fundamentalismo fue revivido, en el tiempo de los presidentes Carter y Reagan, por los predicadores carismáticos de las «iglesias electrónicas» (apoyadas por radio y televisión), tales como Jerry Falwell con su Movimiento de la Mayoría Moral («Moral Majority Movement») a partir de l979, Oral Roberts, el fundador de la Universidad del Evangelismo, y Billy Graham de fama internacional.

El número de estos profetas aumenta cada día, a menudo son propietarios de potentes redes de televisión y radio, y no son solo conocidos en el país, por sus campañas publicitarias religiosas, sino también al acusárseles de enriquecimiento a través de manipulaciones financieras dudosas.

El «mercado religioso» se abre a empresarios, que usan técnicas psicológicas bien determinadas para manipular a las masas a través de los medios de comunicación, y de esta manera alcanzan un rol importante en la política nacional.

Los fundamentalistas carismáticos encuentran fieles principalmente entre gente de clase baja, de recursos económicos limitados y entre personas que viven al margen de la sociedad, que buscan nuevas normas para hacer frente al modernismo y la secularización.

 

En Europa

El grupo de católicos tradicionalistas que se formó alrededor del obispo Lefèvre se apoya en los valores elementales de la religiosidad pre-conciliar y rechaza las innovaciones. Dentro de la Iglesia Católica hay, en un extremo, sacerdotes conservadores y, en el otro, representantes de la teología de la liberación. El Opus Dei tiene ciertas semejanzas con el fundamentalismo político-religioso, porque se apoya en las rígidas normas tradicionales de conducta y mantiene un estricto control sobre sus integrantes, pero acepta el progreso científico y los resultados del Concilio Vaticano II.

En Alemania y Austria, Francia y Holanda, muchos feligreses y un crecido número de sacerdotes desertan de la iglesia precisamente porque los poderes cayeron en manos de los ultra-conservadores.

En Europa después de la «revolución industrial» durante el siglo XVIII, el cambio social fue un proceso gradual y el impacto de los nuevos desarrollos económicos en el curso de los últimos 30 años, provocó un cambio cultural con profundas repercusiones psicológicas, que alteraron el comportamiento religioso de gran parte de la sociedad.

 

América Latina

Los países latinoamericanos fueron considerados el baluarte del catolicismo mundial. Sin embargo, desde los años 70, las iglesias evangélicas, y sobre todo el movimiento pentecostal en sus diferentes variaciones, han hecho importantes incursiones. Los códigos teológicos y morales de estas iglesias se basan en el fundamentalismo norteamericano. En algunos países más del l0 % de la población son «creyentes» o «cristianos» ( auto-denominación).

La rápida expansión del pentecostalismo fundamentalista se debe a los mismos factores de anomia, cambio social, éxodo rural y crisis económica, que provocaron el surgimiento del fundamentalismo en otras partes del mundo. La primera generación de campesinos que migraron a las ciudades de nuestro continente, se adhirieron a las normas tradicionales del catolicismo popular y al paternalismo acostumbrado en el ambiente rural.

La segunda generación, que creció en las zonas marginales metropolitanas, perdió los valores ancestrales. Los jóvenes se sienten frustrados porque no logran vivir en el mundo irreal que ven en los medios de comunicación, reservado sólo para una minoría de los ciudadanos, por su parte, la televisión y el cine enseñan el fácil acceso al bienestar a través del crimen organizado y la corrupción.

La juventud desorientada se inclina por un lado hacia estas prácticas de violencia y destrucción, por el otro busca nuevos valores morales y apoyo espiritual en las iglesias pentecostales. El concepto dualístico: Dios-Satanás, creado por los pentecostales para explicar la existencia del mal en el mundo, recuerda a conceptos religiosos de derivación africana. El énfasis en curaciones milagrosas y profecías se asemeja a creencias del espiritismo practicado por el catolicismo popular en muchos países latinoamericanos.

El fundamentalismo pentecostal contribuye con su código ético al mejoramiento de la situación social y económica de sus adherentes. El avivamiento de la fe en las campañas organizadas por los evangélicos aleja a los «cristianos» de la Iglesia Católica, pero trae beneficios al indivíduo y -eventualmente- a la comunidad en general.

En América Latina, el fundamentalismo no se ha aliado con la política, por el contrario, la mayoría de los «cristianos», en contraste con los seguidores de la teología de la liberación, no participan en la vida política de sus países respectivos. El fanatismo se observa más bien en su afán proselitista.

 

Fundamentalismo islámico

En los países islámicos, los cambios socio-económicos debido al modernismo, la secularización, la industrialización, la riqueza petrolera, las migraciones hacia el norte y el éxodo rural – sólo para enumerar algunas causas – fueron más abruptos y violentos que en Europa y tuvieron efectos más profundos. Así la reacción fue más violenta. Irán, en los tiempos de Reza Palevi era un país en camino al desarrollo. En las ciudades trabajaron y estudiaron hombres y mujeres. Iglesias cristianas, sinagogas y templos de Bahai estaban abiertos y los ricos musulmanes mandaron a sus hijos a estudiar al exterior.

El fundamentalismo de Kohmeini provocó un retroceso en el desarrollo social y económico del país. Sus oponentes afirman que fue un regreso a los «tiempos oscuros de la Edad Media». Sin embargo, la política de los ultra-conservadores fue aceptada por la mayoría de los habitantes, lo que demuestra, que la gente rechazaba el liberalismo postmodernista y deseaba regresar a las reglas fundamentales que aparentemente les dan mayor seguridad en tiempo de crisis. Hasta las mujeres se conforman nuevamente a ocupar un puesto inferior en la jerarquía social, y se someten a las rígidas leyes del purdah.

Por lo tanto, el fundamentalismo iraní es fanático y sus líderes no aceptan ninguna disidencia, sirviéndose de métodos del terrorismo más cruel para imponer su poder. Los derechos humanos no tienen valor para ellos.

El surgimiento del fundamentalismo islámico, aunque en grado menor, se vivencia entre los turcos que trabajan en Europa occidental. Para ellos significa una vuelta pacífica a la religiosidad del pasado. La militancia se observa más bien en las luchas entre turcos y Kurdos, en las cuales el aspecto religioso tiene menor importancia..

 

Posibles causas

No cabe duda que en el mundo de hoy existen muchos problemas sociales, económicos y religiosos. Las corrientes socio-psicológicas de nuestros días se basan en la Ilustración del siglo XVIII y el modernismo del siglo XIX y XX. En las últimas décadas surgió el postmodernismo pluralista, que da licencia a todos para hacer lo que quieran, fomentando la incertidumbre, la pérdida de valores ancestrales y de normas para reglamentar el comportamiento humano. El individuo tiene dos opciones para hacer frente a esta crisis existencialista: puede dejar correr las cosas o buscar una solución extrema, por un lado en la criminalidad, por el otro en el fundamentalismo político – religioso.

En todas partes del mundo y en todas las religiones mundiales el fundamentalismo nace como reacción a las corrientes y patrones de vida postmodernistas, que llegan a ser insoportables. Los estudios de antropólogos, filósofos y psicólogos han comprobado que el hombre no puede vivir sin leyes, tiene que adherirse a un código moral. En todos los grupos culturales del mundo existe un complejo religioso, que de una forma u otra guía la vida de sus miembros.

Para hacer frente a la inseguridad moral de nuestros días surge el fundamentalismo, que fomenta seriedad, adherencia a reglas fijas de comportamiento y el retorno de las costumbres ancestrales. El fundamentalismo preserva la ortodoxia e instrumentaliza las tradiciones. Rechaza la orientación del «humanismo secular», que fue muy alabado por los liberales, pero indudablemente no sirve para guía universal. El fundamentalismo crea imágenes y complejos cerrados, que facilitan la interpretación de todo el mal que existe en el mundo. Se basa en un principio dualístico: Dios contra Satanás, el bien contra el mal, conceptos que simplifican los patrones de orientación y forman la base de un pensamiento filosófico rígido.

Las reivindicaciones religiosas vuelven a influenciar la vida y el comportamiento de los hombres. El postulado es absolutista. A menudo el anti-modernismo fomenta el fanatismo y el terrorismo internacional. A través del fundamentalismo, los hombres buscan sus raíces, su identidad cultural y étnica, lo que se observa entre los negros norteamericanos y en las minorías nacionalistas en muchos países europeos.

Es interesante notar que el fanatismo y la extrema tolerancia sobreviven paralelamente en el mundo de hoy. Con la separación de la iglesia del estado, y la libertad del culto, la religión llegó a ser un asunto privado. Nacen nuevas sectas cristianas y nuevas religiones de diferentes índoles. Hoy en día existe un verdadero «mercado religioso», donde cada uno encuentra algo a su gusto. Este boom religioso se debe al vacío espiritual de la sociedad moderna.

Existe una gran variedad de corrientes filosóficas y espirituales, una pluralidad de ofertas y demandas religiosas y pseudo-religiosas. La comercialización de la religión a través de los medios de comunicación ocurre no solamente en los Estados Unidos, sino también en otras partes del mundo.

El fundamentalismo ha contribuido al resurgir religioso, pero éste no ha afectado a las iglesias establecidas, sino que ha guiado a los buscadores de nuevas experiencias espirituales hacia movimientos religiosos al margen del cristianismo o fuera de las culturas euroamericanas. Nuestras iglesias fomentan el ecumenismo y el pluralismo, pero no ofrecen soluciones para evitar la crisis y resolver conflictos.

En el campo político, por un lado, los fundamentalistas fanáticos se oponen a los derechos humanos, la democracia, el pluralismo y la tolerancia. Mientras, los fundamentalistas moderados promueven el patriotismo y una política conservadora, que inculque moralidad y sentimientos religiosos a los jóvenes y exhorten a los fieles a preservar la naturaleza. El éxito de las iglesias pentecostales, evangélicas y de otros movimientos fundamentalistas en la actualidad comprueba que en el mundo actual un crecido número de seres humanos en todos los continentes vuelven a los valores del pasado y que, a la entrada del tercer milenio, el fundamentalismo es la lógica reacción a los errores cometidos por el modernismo, el materialismo y el secularismo de nuestra época.

 

Conclusiones

El fundamentalismo religioso se opone al desafío del modernismo y a la sociedad pluralista y busca restaurar los valores éticos y el regreso al antiguo orden divino. Solicita la sumisión a la autoridad absoluta de los líderes y a las leyes morales estrictas y promueve la intensificación de las practicas religiosas. Está en contra de la libertad religiosa y de los logros del Concilio Vaticano II y de movimientos reformistas de cualquier religión.

El fundamentalismo también engloba conceptos apocalípticos. Se opone al progreso científico e ideológico y, en algunos casos, llega a un totalitarismo absoluto, defendido por la fuerza. Se trata de una reacción a veces violenta contra el cambio abrupto del modo de vida en los países del Tercer Mundo, donde las respuestas simplistas y moralizantes atraen a los desorientados y marginados.

Angelina Pollak – Eltz
(Versión María Fernanda Mujica)

 

Bibliografía

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