Leyendas de Pascua


Leyendas de Pascua

foto_huevopascuaPor Dr. Alvaro Pandiani

Algunas de las tradiciones de estos días tienen su origen en prácticas religiosas medievales, y aún anteriores. Por ejemplo, el rito de los ramos de olivo en las celebraciones religiosas del Domingo de Ramos (domingo anterior al de Pascua), en recuerdo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando según los evangelios fue recibido por el pueblo con ramas de árboles (Mateo 21:8). Los evangélicos en general no acompañamos ni practicamos el rito de la bendición de los ramos de olivo el Domingo de Ramos, tal como los católicos.

Otra costumbre a destacar es la de no comer carne en Viernes Santo, día en que el cuerpo de Jesús fue inmolado. En nuestro país es característico de ese día el consumo masivo de pescado, y la Semana Santa es una verdadera época de zafra para quienes se dedican a la pesca, y comercialización de esos productos del mar. Claro, cabe la salvedad que podemos hacer hoy en día, gracias a mejores conocimientos de biología, que la prohibición se refiere al consumo de carnes rojas, pues el pescado (carne blanca) es la alternativa permitida, entre otras, para la alimentación en ese día. Originalmente, la abstinencia en realidad se extendía a todo producto de origen animal, y debía cumplirse el miércoles de ceniza y todos los viernes de la cuaresma, además del Viernes Santo.

Los evangélicos tampoco acompañamos estas restricciones parciales de alimentos, a observar en determinados días. Ya en el siglo XVI los reformadores rechazaron esta particular abstinencia de carne y productos de origen animal, no ordenada ni mencionada siquiera en la Biblia, preconizando en cambio el ayuno total, no ritual ni fijado en determinadas fechas, sino como expresión de devoción cristiana personal. Por lo tanto, no nos sujetamos a la prohibición de comer carnes rojas en Viernes Santo, sino que creemos que Jesús nos liberó de todo legalismo para seguirle en un camino de santidad, renunciando voluntariamente al pecado y los deseos mundanos, pero no sujetándonos a leyes religiosas carentes de fundamento bíblico.

Otras tradiciones de la Semana Santa son ambiguas, pues mientras tienen una pata afirmada en el cristianismo, la otra está apoyada en el paganismo. Entre estas se encuentra la costumbre más querida y esperada de nuestra infancia, y la más aprovechada siempre por los comerciantes: el huevo de Pascua. A éste acompaña, desde hace algunos años y como otro rasgo cultural anglosajón que ha penetrado en nuestra cultura, el conejo de Pascua.

¿Está bien que los cristianos coman huevos de Pascua? Aunque la pregunta parezca estúpida, no han faltado predicadores y “opinadores” (u opinólogos) que, afirmando el absoluto origen pagano de la costumbre, han desaconsejado (cuando no condenado con voces de trueno), que los cristianos apegados a la Biblia participen en esta costumbre. Estas posiciones extremas pierden fuerza cuando uno busca un poco el origen de esto.

Efectivamente, el huevo tiene una connotación pagana que viene de la antigüedad; desde los albores de la civilización el huevo, del que surge una nueva vida, fue símbolo de fertilidad y renacimiento. En relación a éste último concepto, en la mitología egipcia el huevo era importante pues de él renacía el ave Fénix, luego de quemarse en su nido. Los adeptos del hinduismo creían que el mundo había surgido de un huevo (el huevo cósmico). Era costumbre habitual en Grecia, Roma y Persia pintar huevos con colores vivos y consumirlos en las fiestas en honor de la primavera (recordemos que la Pascua se celebra a comienzos de la primavera del hemisferio norte). En los países angloparlantes, el domingo de Pascua es llamado “Easter Sunday”; el término Easter vendría de Eastre, diosa de la luz y la primavera en la mitología germana, a la que se dedicaba el mes de abril. Entre los símbolos de esta diosa se encuentran, justamente, el huevo y el conejo. Llegados a este punto, parece evidente la existencia de un retrofondo pagano en el huevo de Pascua, por lo cual el ritual de su consumo en Pascua, al inicio de la primavera (del hemisferio norte), evocaría un rito pagano precristiano, que desaconsejaría a los cristianos apegados a la Biblia su participación.

Sin embargo, como dijimos antes, el huevo de Pascua es una tradición muy antigua que tiene la otra pata apoyada en el cristianismo. En efecto, ese símbolo de nueva vida y renacimiento, utilizado por otras religiones con ese significado aplicado a sus particulares mitologías, fue adoptado por los cristianos de la Iglesia Antigua (premedieval) como símbolo de la resurrección de Jesucristo. Aquí podríamos quizás reconocer otra vez el proceso de cristianización de costumbres paganas, tantas veces llevado adelante por la Iglesia para extender su hegemonía espiritual sobre los pueblos; o tal vez, ver a aquellos cristianos utilizando cosas de la naturaleza y de su cotidianidad para representar verdades espirituales reveladas por Dios. Y es inevitable que algunas de esas cosas ya hubieran sido utilizadas por los paganos en sus respectivos sistemas de creencias, o lo fueran después. Por ejemplo, varias mitologías de la antigüedad tienen árboles sagrados, pero eso no impidió que Jesús utilizara un árbol (la higuera) para enseñar acerca de la relación de Dios con su pueblo. La misma cruz tiene significados esotéricos previos a la venida de Jesús a este mundo; pero la cruz era el método de ejecución usado por los romanos, y en la cruz murió Jesús, consumando nuestra redención. Por lo tanto, cuando el cristianismo usa la cruz como su emblema más característico y universal, no evoca esotéricos y ocultos símbolos paganos, sino al Hijo de Dios que murió y resucitó para redimir a la humanidad. Entonces, insistir en otros sentidos del símbolo parece una tontería.

Volviendo al huevo, cuentan que durante la Edad Media la abstinencia de alimentos de origen animal impuesta por la Iglesia incluía el consumo de huevos, durante toda la cuaresma. Esta prohibición se levantaba el domingo de Pascua, y entonces todos con alegría volvían a consumirlos; los niños salían al campo a recoger huevos, se dice, entre cánticos de aleluya. Las familias, los vecinos, los amigos y aún los sirvientes regalaban y recibían huevos; pero especialmente a los niños se les regalaba huevos de Pascua, que en la Edad Media eran huevos de gallina o de pato. Estos huevos, que no podían comerse desde el miércoles de ceniza hasta el domingo de Pascua (cuarenta y seis días), presentaban el problema de cómo conservarlos, pues estamos hablando de una época en que no existía la refrigeración (cuyo invento estaba a siglos en el futuro); para evitar que se echaran a perder y conservarlos frescos, se los bañaba en cera líquida. Esta práctica devino en la costumbre de colorear y decorar los huevos. Posteriormente, la Iglesia abolió la abstinencia de huevos en la dieta de los cristianos durante la cuaresma, y la cosa llegó a que en el siglo XVII, el papa Pablo V bendijera el huevo de Pascua en una oración. Así la historia, el huevo de Pascua adquirió, pues, no solo una simbología cristiana, sino un uso entre los cristianos, que se hizo costumbre y devino en tradición, fruto de un conjunto de circunstancias sociales y religiosas. Como dato final, fue desde principios del siglo XIX, en Alemania, Francia e Italia, que los huevos de Pascua comenzaron a fabricarse de chocolate, con chucherías y regalos en su interior.

Nota: Artículo publicado originalmente en Iglesia en Marcha. Cedido a http://www.rtmuruguay.org por su autor.

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Cuál es la religión verdadera?


Cuál es la religión verdadera?

Esta es una pregunta muy común que las personas se hacen continuamente. Como saber entonces que religiónuno debe practicar y cual no, es lo que las personas quieren saber. Aquí les comparto una excelente respuesta.

La religión puede ser definida como “la creencia en Dios o dioses, que deben ser adorados, usualmente expresada mediante conductas y rituales” o “cualquier sistema específico de creencia, adoración, etc., que con frecuencia incluye un código de ética.” Más del 90% de la población mundial está adherida a alguna forma de religión. El problema es que hay demasiada diversidad de religiones. ¿Cuál es la religión correcta? ¿Cuál es la religión verdadera?

Los dos ingredientes más comunes en las religiones son, reglas y rituales. Algunas religiones son esencialmente solo una lista de reglas de hacer o no hacer, que una persona debe observar a fin de ser considerado como un fiel partidario de esa religión, y por lo tanto, justo ante el Dios de esa religión. Dos ejemplos de religiones basados en las reglas son el Islamismo y el Judaísmo. El Islam tiene sus cinco pilares que deben ser observados. El Judaísmo tiene cientos de mandamientos y tradiciones que deben ser observados. Ambas religiones, hasta cierto punto, sostienen que obedeciendo las reglas de la religión, una persona será considerada justa ante Dios. Otras religiones se enfocan más en la observancia de rituales, en lugar de la obediencia a una lista de reglas. Mediante la ofrenda de este sacrificio, desempeñando esta tarea, participando en este servicio, consumiendo esta comida, etc., una persona es hecha justa ante Dios. El ejemplo más prominente de una religión basada en rituales es el Catolicismo Romano. El Catolicismo Romano afirma que siendo bautizado con agua en la infancia, participando en la Misa, confesando los pecados al sacerdote, ofreciendo oraciones a los santos en el Cielo, siendo ungido por un sacerdote antes de la muerte, etc., etc., Dios aceptará a tal persona en el Cielo después de su muerte. El Budismo e Hinduismo también son religiones basadas principalmente en rituales, pero también pueden ser considerados en menor grado como basados en reglas.

La verdadera religión ni está basada en reglas ni en rituales. La verdadera religión es una relación con Dios. Dos cosas que todas las religiones sostienen son, que de alguna manera, la humanidad está separada de Dios y que necesita ser reconciliada con Él. Las religiones falsas buscan resolver este problema mediante la observancia de reglas y rituales. La verdadera religión resuelve el problema mediante el reconocimiento de que solo Dios puede restablecer esa separación, y que Él ya lo ha hecho. La verdadera religión reconoce lo siguiente:

• Todos hemos pecado y por tanto estamos separados de Dios (Romanos 3:23)

• Si esto no es rectificado, el justo castigo por el pecado es la muerte y la separación eterna de Dios después de la muerte (Romanos 6:23)

• Dios vino a nosotros en la Persona de Jesucristo quien murió en nuestro lugar, tomando el castigo que todos merecemos, y resucitando de entre los muertos para demostrar que Su muerte fue un sacrificio suficiente (Romanos 5:8; 1 Corintios 15:3-4; 2 Corintios 5:21).

• Si recibimos a Jesucristo como el Salvador, confiando en Su muerte como el pago completo por nuestros pecados, somos perdonados, salvados, redimidos, reconciliados, y justificados ante Dios (Juan 3:16; Romanos 10:9-10; Efesios 2:8-9).

La religión verdadera tiene reglas y rituales, pero hay una diferencia crucial. En la religión verdadera, las reglas y rituales son observadas por gratitud a la Salvación que Dios proveyó – NO en un esfuerzo por obtener esa salvación. La religión verdadera, la cual es el Cristianismo Bíblico, tiene reglas que hay que obedecer (no matarás, no cometerás adulterio, no mentirás, etc.) y rituales que observar (el bautismo en agua por inmersión y la Cena / Comunión del Señor). La observancia de estas reglas y rituales no es lo que nos hace una persona justa ante Dios. Más bien, estas reglas y rituales son el RESULTADO de nuestra relación con Dios, por gracia a través de la fe en Jesucristo solamente como el Salvador. La religión falsa es hacer cosas (reglas y rituales) para tratar de ganar el favor de Dios. La religión verdadera es recibir a Jesucristo como Salvador y por ese medio obtener una correcta relación con Dios – y entonces hacer las demás cosas (reglas y rituales) por el amor a Dios y el deseo de acercarnos más a Él.

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